EL RIZADOR DE PESTAÑAS TÉRMICO
Creo que hay una razón suficiente como para caer enamorada
del rizapestañas: no hay hombre que resista una mirada bella, pero con pestañas enormes se espantan.
He de confesar que incluso en mis tiempos de soltera, cuando no
tenía motivos para espantar a ningún hombre (ni pensaba que jamás
estaría interesada en hacerles huir), ya adoraba mi rizador de pestañas. Hay
pocos utensilios de belleza tan prácticos, favorecedores ¡y rentables!
Pues, salvo caso de pérdida, dura para siempre: basta con cambiar las
gomas de vez en cuando para asegurar su duración sin fin. “Hasta el infinito y más allá”, en palabras del gran Buzz Lightyear!
No conozco truco mejor para que las pestañas se vean más grandes y más largas. Incluso sin máscara. Basta rizarlas un poco para que estén, sencillamente, espectacularmente más bonitas.
Y no, no daña las pestañas. La única precaución que hay que tomar es usarlo siempre antes de aplicar la máscara y chequear el estado de las gomas regularmente, cambiándolas cuando muestren síntomas de agotamiento.
Dicho esto, confieso que a veces me saltaba mis propios consejos y lo
usaba después de aplicar la máscara de pestañas, especialmente por la
tarde, cuando tenía que refrescar un poco el look. Todo esto acabó
cuando encontré a mi segundo gran aliado “pestañil”: ¡el rizapestañas térmico!
Un peine por el que pasa una miniresistencia que se calienta para,
cuando se cepillan las pestañas con él, darles forma al igual que una
tenacilla moldea el cabello. En mi caso, no sustituye, sino que
complementa, el rizapestañas tradicional: en mi opinión, el rizador de
siempre, el que tiene aspecto de instrumento de tortura, las riza más y
de forma más duradera, mientras que el rizador térmico es perfecto para
recuperar la forma en cualquier momento, incluso con capas y capas de
máscara. Yo me quedo con el de Sephora, que además tiene la ventaja de tener muy buen precio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario