lunes, 22 de octubre de 2012

¡BAILAR, QUE EL BAILE ES VIDA!




 Me despojo del disfraz de maestra y les  abro mi corazón. Debo confesar que tengo una lesión en mi espalda y cada vez que quiero bailar me duele como no tengan una idea, pero amo ZUMBA. ¿Lo han visto? La danza es la expresión de sentimiento más sincera y bella…Y ya no forma parte de mi vida.  El paréntesis se está alargando más de lo esperado y aunque la parte racional de mi corazón, aquella respaldada por mi cerebro, me dice que la danza es tan extraordinaria que puede hacerse a cualquier edad, los años perdidos viendo a otros saltar y rebozarse por el suelo son irrecuperables.
La música nos invita al movimiento, aunque sea a uno torpe y tosco. La danza es innata a la naturaleza humana y podemos encontrarla en todas las culturas como vínculo de unión ancestral, como forma de expresión corpórea de nuestras más profundas pasiones.
Casualmente, la cadena más odiada por todas las mujeres, esa en la que ponen deporte a todas horas y que nuestros hombres no apagan así se esté incendiando la cocina, ha sido la que ha inspirado este post. Me quedé embelesada viendo una función de gimnasia deportiva que era pura fusión entre dos cuerpos, que se entendían perfectamente en una demostración exquisita de pasión, comunicación y belleza.
La danza profesional nos descubre las posibilidades de comunicación que posee un cuerpo a veces desconocido; nos muestra las capacidades del caparazón de nuestra alma que parece hacerse transparente para descubrir la verdad que escondemos dentro. Hace unos días me fijé en una chica que conducía un coche;  iba bailando y cantando alocadamente y pensé: “¡Se nota que ella es feliz y no conoce a nadie por aquí!”  Y en menos de cinco segundos, mi mente encontró el error en mi justificación y reinterpretó la escena como “Al revés, esa es ella de verdad… quienes no deben conocerla a fondo son los que no la han visto así PLENA, FELIZ”.
Dejarnos llevar por la música nos desinhibe, levanta las barreras del miedo y la vergüenza. Desde fuera la danza permite transmitir cualquier cosa que queramos contar, desde anunciar vuelos, hasta mostrar el dolor más terrible o la felicidad incontenible. La comunicación corporal podemos interpretarla sin necesidad de que nos la expliquen porque está intrínseca en nuestra capacidad de comunicación.
Por eso los bailes tienen tanto éxito entre las actividades deportivas, nos permite un momento de evasión en nuestra ajetreada vida y nos invitan a divertirnos mientras hacemos deporte. Así que dejando a un lado mis ansias de volver a bailar y recolocándome las alas de hada, os incito a emprenderos en algún tipo de baile. Yo he danza folklórica, danza contemporánea, jazz, hip-hop  y funky durante años en escuelas de danza; pero hoy en día la danza ha llegado a los gimnasios, a los ayuntamientos y a los parques. Hay quienes realizan Batuka o la grandiosa Zumba; y quienes tienen el gusto de ir en pareja y apuntarse a bailes de salón. Yo creo que hay tanta variedad, que se puede bailar desde que se nace hasta que se muere en escuela, en el teatro, en la discoteca, en una boda, en el salón de casa, al volante o sólo en una ocasión especial,… Así que ¡A mover el esqueleto hermoso@s! ¡Danzar  hasta que se nos corte la respiración! ¡Saltar, girar, agitar los brazos, mover la melena, gritar! Vivamos la vida con gusto, alegría, pasión y sentimiento, es decir, vivirla con arte, mucho arte.

CON CARIÑO
JUDITH 

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