lunes, 22 de octubre de 2012

QUE TU CABELLO NO QUEDE "POR LOS SUELOS"


Por los pelos
Por lo general, la caída del cabello en las mujeres se multiplica en primavera y otoño, aunque lo cierto es que la pérdida del pelo es constante y natural al ser humano. Cada día perdemos alrededor de ochenta pelos, un proceso intrínseco al ciclo normal de crecimiento, que puede verse agravado o alterado por muchos motivos. Para comprender las causas de la caída debemos analizar factores como la mala irrigación sanguínea, la condensación de sebo y el pelo debilitado. La fisiología del cabello revela que las células que lo conforman se componen de “queratina dura”, una proteína muy duradera.  Su raíz conecta con el bulbo piloso, que transporta mediante los vasos sanguíneos los nutrientes necesarios para la salud de nuestro cabello. La fortaleza del cabello depende del contenido de humedad y de nutrientes en su tallo.
Como he dicho, la caída forma parte del ciclo natural de crecimiento, pero hay factores que provocan cambios en la textura y el volumen como el estilo de vida (estrés, fármacos/químicos, hormonas,…), una alimentación inadecuada (falta de nutrientes) y el envejecimiento (la genética, más evidente en los hombres). En las mujeres, las causas suelen ser de índole hormonal, tales como el embarazo, la lactancia y la menopausia. Todo nuestro cuerpo sufre las consecuencias de la mala alimentación, por lo que para lucir un pelo sano, brillante y fuerte desde la raíz demos evitar consumir en exceso grasas animales y el café, que irrita el sistema nervioso. Los alimentos ricos en hierro fortifican el pelo y favorecen su crecimiento, por ello conviene consumir verduras de hojas verdes, carnes rojas, frutos secos y legumbres. También son beneficiosos para este fin los alimentos ricos en minerales como: selenio (cebollas), zinc (espárragos), azufre (coles), magnesio (plátano, aguacate) y yodo (legumbres).
Nuestra rutina también puede mejorar para evitar la caída. El uso de colitas  de caballo ajustadas  o trenzas produce la “alopecia por tracción” y el secado o planchado del pelo producen daños en los folículos del cabello. Los químicos de los tintes, mechas, permanentes y ciertos champuses estropean el pelo en exceso. Las permanentes pueden causar inflamación, es decir hinchazón del folículo piloso que puede traer como resultado la cicatrización y caída del cabello.
Existen otras causas que producen la caída como pueden ser las enfermedades. Si hemos pasado una gripe o una infección que nos ha provocado fiebre, perderemos mayor cantidad de pelo en los siguientes meses. Si sufre de problemas de tiroides, la caída del cabello debería regularse con el tratamiento concreto para dicha enfermedad. Controlar el desequilibrio hormonal puede detener la caída brusca del cabello.
Tras el embarazo ocurre lo mismo; tres meses después, el pelo comienza a caerse. Durante la gestación, el nivel de hormonas es muy elevado, por lo que el cabello no cumple su fase natural de caída. Cuando las hormonas se equilibran tras el parto, ese cabello se cae y comienza un nuevo ciclo de crecimiento.
Es recomendable masajear el cuero cabelludo para favorecer el crecimiento, así como utilizar productos anti-caída en estaciones como el otoño o la primavera, cuando mayor es la pérdida. El folículo piloso pasa por tres fases: la “anágena” de crecimiento activo, la “catágena” de transición en la que descansa durante 2-4 semanas y la fase “telógena” de caída durante 3-4 meses. Una nutrición óptima del folículo prolonga la fase anágena y reduce la telógena, lo que ha estimulado el boom de los productos específicos anti-caída.
Por otra parte, los hombres se ven afectados por la “alopecia androgenética” en mayor medida que las mujeres, una pérdida del cabello mucho mayor, pero que tiene solución. En las etapas tempranas se manifiesta como entradas, luego pasa a formarse una coronilla y así progresivamente si no se frena. La calvicie común se relaciona con la caída de testosterona y la enzima 5-alfa-reductasa, que provocan la atrofia de los folículos, bloqueando el crecimiento del cabello. Esta diferenciación entre sexos se plasma en la oferta de ciertos productos que están específicamente indicados para hombres.
En resumen, debemos promover una buena alimentación, unos hábitos protectores del cabello y utilizar productos adecuados en las fases de caída. Los tratamientos pueden ser muy efectivos si se efectúan con disciplina y perseverancia. Los tratamientos más fáciles de encontrar son aquellos que palian la calvicie común como el minoxidil y el finasteride –éste último sólo para hombres. En cambio, si sufrimos una caída temporal, debida a cualquiera de las expuestas causas propias de las mujeres, debemos recurrir a tratamientos de ampollas que nutran los folículos pilosos para que se recuperen y pasen rápidamente a la fase anágena.
Casi de cualquier marca de peluquería reconocida (Kerastase, Redken, Dercos, Vichy, La Roche-Posay,...) encontrarás el Aminexil, que es un químico que actúa rejuveneciendo los folículos pilosos, permitiendo el crecimiento de cabellos más gruesos y sanos por su elevado contenido en arginina. Al fin y al cabo, es otro químico más que aplicamos sobre nuestro cabello, lo cual según mi explicación debiera ser una elección inadecuada por prorrogar el estrés del folículo. De hecho, no conozco a nadie que haya obtenido resultados reales y permanentes.
Mi recomendación es el tratamiento* de un producto no-químico, cuya sustancia activa es el Tricalgoxyl, extraída de la Reserva de Biosfera de Iroise en Francia. Es una sustancia rica en polisacáridos de sulfato de algas que ayudan a nutrir el cabello por su alto grado en minerales naturales. Además contiene proteína de trigo para el brillo. Los polisacáridos mantienen la humedad del cabello y los minerales nutren el folículo, haciendo de este tratamiento el más completo y eficaz del mercado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario